20 ago 2015

New Balance

Decidí comprarme unas bambas este verano. Es un propósito tan lícito como cualquier otro. Me fui al centro de Barcelona, con un machete en cada mano para abrirme paso entre la selva de turistas. Fui de tienda en tienda, cada vez más sorprendido. Oiga, yo solo quiero comprarme unas bambas bonitas a un precio razonable, les decía a los dependientes. Por ahí había unas cuantas New Balance. Algunas eran bonitas, por lo que preguntaba qué valían. Una fortuna, señor cliente, me respondían, 130 euros. Hacía cálculos mentales. ¡Cuántas cosas puedo hacer con ese dinero! Así que empecé a mirar a la gente que llevaba New Balance. Descubrí que eran pretendidamente molones, que hasta muchos actores de Hollywood las llevaban. Entendí, espabilado como soy, que llevar unas New Balance significa algo, que eres alguien, que importas, que eres escuchado y que tu nivel socioeconómico no está mal. Entonces la memoria me llevó a una tienda de la Gran Vía de hace 26 años. Rutilantes como islas brillantes en el cielo nocturno, había ahí unas Le Coq Sportif azules. Que eran las New Balance de entonces. Llenan el saco y le dan la vuelta. Me compré unas bonitas bambas de otra marca en oferta. Con el diferencial puedo ir a cenar al McDonalds 13 veces, porque claro, ir a cenar al McDonalds significa ser moderno, molón y que... Todo queda en la misma casa.

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