Barcelona es The Road, es novela
corta de literatura fantástica del amigo Cormac que de alguno modo abrió una
nueva senda. Pues sí. Ayer noche vi a un grupo de siete personas arrastrando
carritos para recoger metales en los containeres. Escuché qué es lo que decían.
Eran de tres nacionalidades distintas, aunque si te dedicas a la chatarra no sé
yo si las banderas pesan demasiado. Al principio eran tipos solitarios arrastrando
carros. Ellos no salen en los periódicos, los abuelos hacen ver que no los ven,
los niños alzan la mirada un instante para volver a bajarla. Ya se sabe, la
curiosidad. Son muchos. Al principio de la crisis se veían pocos y luego, como
los peces y los panes, se han ido multiplicando. Ahora veo una nueva clase.
Relativamente jóvenes, blancos y hasta alguno de ellos gasta look moderno,
aunque la mayoría siguen siendo africanos. El sueño roto. Jugársela para llegar
hasta aquí para esto. Posiblemente fueron engañados con el sueño de la Europa
rica, del jardín abierto para todos. Pululan a todas horas y cada vez son más
los carritos andantes. ¿Habrán residuos para todos? ¿A qué se dedicaran más
adelante? ¿Dónde duermen, qué comen, cuáles son sus pesadillas?
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